Prometió inquietudes que ni yo tenía, pintó un arte que apreciaba por no conocer o, en defecto, conocer demasiado y sin embargo, absorbiendo todo mi adentro, decidió un egoísmo y una autoaceptación gracias a terceros muy variados que desmoronó cada una de las intenciones que me hizo creer habidas. Y ni viéndome en los propios trozos de mi poca existencia le dio la importancia que requise entonces.
Creo que eso era lo que peor me adueñó y a la vez más daño hizo, la indiferencia que daba lugar.
Nos dábamos lugar.
A todo dábamos lugar. Eso hacía la amistad parcial y sutilmente cercana a perfecta, incluso estándome donde yo y estándose donde él. Y lo abandonó por un ego un tanto más lejano a aquello de sutil.
Rastrero, cruel, inoportuno, indeseado, lamentable, degradante, triste y abrumador lo provocado por su parte.
Vengativo, enfadado, rudo, maleducado, obsceno, deprimente, desgarrador y rozando lo vulgar por la mía.
Se acabó ese enriedo de la manera más tajante y dada a expirar esto posible, y aunque creo que me alegro por mi externo protegido, aún en el fondo me duele por el intra hecho añicos que queda en mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios: