lunes, 19 de enero de 2015

Plunge.

Me prometí nunca escribir mientras estuviera feliz, pero me rompes los esquemas de nuevo.

No puedo evitar querer plasmar que me muero de ganas de volver a verte incluso antes de haber cerrado la puerta al decirnos «Adiós, hasta mañana.», que puedes conmigo, que me puedes. Que se me sale el corazón del pecho cada vez que te veo, que tus abrazos son mi mar, y que mimarte es mi deseo más intenso... 

Que eres mi miedo, horror, fobia.
-A perderte, alejarte, me olvides-.
Y que asusta océanos pensarte así, escribirte, a estas alturas, de este modo. 

¿Quién lo diría? el «Cada día un poco más» después de 365 sigue.


Sigues. Seguimos.

-Y quiero que sigas y sigamos.-


Y sí, ojalá nunca te vayas. Ojalá nunca me arrebates esta sensación de utopía cuando estamos juntos. Cuando somos nosotros y no tú y yo.


Gracias destino por reacomodarme la existencia, por no despegarme de el poco sentido que hoy, ahora, me sumerge en una fosa de desesperación agónica de amor.