sábado, 27 de diciembre de 2014

Frenzy.

Me sitúo en una confusión abismal. Tengo ganas de verte y comerte de a poco, sentir el calor de tu cuerpo ciñéndose al mío.
Abro el paquete de tabaco, vicio nuevo que fundo, y me dirijo a tu suelo.

Me estoy sentando en la calle perpendicular a tu casa, donde resguardo mi helado y débil ser de la lluvia, bajo un techo de chapa que me devuelve a la vida repitiendo el impacto de la lluvia torrencial.

Te veo en tu ventana. Veo como admiras la belleza del cielo en caos y comienzas ese viaje ancestral que solíamos hacer juntos; mientras, una lágrima rueda por tu faz y miras el móvil con indignación y pena.
Deduzco que marcas un número, aunque acto seguido golpees en cólera el marco metálico lechoso que te da escape al exterior. Miras en todas las direcciones como buscando algo que pudiera salvarte, pero ignoras mi estadía bajo aquello.

Sigo observando, mientras la noche deja a su frío más cruel calarse en mis huesos.

Respiro profundo, una vez que mi nave se pone en marcha corro hacia tu puerta con la falsa fe de que quisieras, de pronto, abrir por alguna razón. Cohíbo el intento fallido de llamar al timbre. 
El destino me ayudó dándome el estilo de viaje lo suficientemente turbio como para fallar al intentar desconsideradamente llamar.
Para entonces descubro que rondan las 04:48 hs y que en sólo 2 horas y 12 minutos el sol empezará a romper mi hechizo.

Mientras mis lágrimas brotan y le hacen el amor a la lluvia, cubriendo de la negra suciedad con la que mis ojos se esconden todo el rostro, me dejo caer desesperanzada de rodillas al suelo; me lamento de la más intensa de las maneras de haberte dejado ir.

Me llevo las manos a la cabeza, tirándome del pelo. Pelo que empieza a desteñirse por el agua, fusionándose ambos y dejando un líquido azulado fluir por mí hasta el suelo.

Una piedra astillada me ha destrozado la rodilla izquierda, y el caer con mi amor cristalino me ha descosido la palma de la mano derecha. Me noto viva por un momento.

Sigo en tu puerta, ahora sentada de espaldas a la pared. Estoy empapada, y sangro bastante, a ser sincera.

Me ayudo de mis pocos escrúpulos y mente de adolescente en libertinaje para levantarme. El frío me puede y ya apenas siento mis piernas.

Decido que es mejor cargar con este mundo a hombros y no vivir en él en sí. 
De repente me planteo el partir en rumbo a mi casa.

Llegaba a nuestro desdichado puente cuando la pantalla de mi teléfono se iluminó, con una de tus mejores fotos, dando la opción a colgar o responder.

Te escucho abrumado, cuando me preguntas por qué oyes la lluvia, que dónde estoy, si estoy bien.


Me niego a mi misma a decirte que llevo toda la noche esperando, entonces me dices que te mueres por darme abrigo y rompo en llanto.
Dejo a la estática y al ruido del ambiente trabajar, cuando me explicas que llevas toda la noche sin ser capaz de pensar en nada que no sea nuestro vicio.

Nuestro veneno, problema, adicción.

Me explicas que eres incapaz de vivir sin esto, que somos el imán con los polos más opuestos jamás creado.





Esta noche me explicas, entre sábanas y el más humano de los calores, que no soy la única incapaz de olvidar esas manos que me dan la vida a cada impacto.

martes, 16 de diciembre de 2014

When Ana&Mia come back.

Cada noche
me visita un cuervo
en el callejón.

Solía intentar llegarme a los ojos y al corazón
y de ellos alimentarse,
pero,
le he conformado, al fin,
con mi inmenso pesar.

Me aterrorizaba al comenzar,
pero, por desgracia,
me he acostumbrado.

Al cortar de sus alas, 
al golpe de su ataque,
me he acostumbrado.

Y no quiero que mi cuervo se vaya...
y no quiero ver a mi cuervo...

Tears dry on their own.

Pequeños cristales
que iluminan en mis mejillas.
Que iluminan la oscuridad
del momento y el sentir.
Única luz en esta situación
de agonía y pena.
Escasa luz desgarrante,
guía de mi última esperanza
y gotas de la fe 
que voy perdiendo
en mi, en ti, en la vida.

Here it comes.

Han pasado ya dos semanas desde que la bomba se puso en marcha. La esper se hace eterna y dolorosa, y cada vez me confundes más. 
No sé qué golpe esperar, ni de dónde o cuándo va a venir.
Mi cabeza da vueltas continuamente y no puedo pensar más que no estés.

Anoche encontré el borrador de aquella carta que te di hace meses, todo sigue igual desde entonces y me sorprendo de quererte tanto y más.

Esta noche daría todo por tenerte aferrado a mi cintura y por dormir en tu pecho; por tenerte cerca y sentir tu calor, tu respirar.
Te deseo al menos a ti buenas noches. Buenas; porque espero que tengas todo lo mejor mientras yo espero que el destino me devuelva lo que es mío.
Mientras espero que te me devuelvas para quererte sin sangrar.

jueves, 4 de septiembre de 2014

Circumvent

Dicen que el cuerpo tiene memoria,
cicatrices, golpes, tus manos,
que perduran en la historia
y duelen a más no sangrar.

Retuérceseme la conciencia,
porque sin saber devuelves golpe...
Pido a mi vida paciencia,
porque no tengo fe en mi.

Nunca aprendí a callarme,
quizás el problema partiera de esa base,
quererte más que amarme.

Jamás aprendí a no perdonarte.

Más noches de insomnio que vida,
callabas las lágrimas al otro lado,
temía acertar con mi ida
y me quedo por miedo a hacer lo correcto.

Tenías tantas ganas de no equivocarte
y te admiré tanto por ello
que acabé huyendo
para provocarte...

Nunca entendí las noches sin Luna,
o las flores secas en libros
de cuna
que leen esos padres que no abandonan.

Tengo la sensación de no haber nacido,
nunca haber pisado la Tierra.
Y es que no coincido.

Algún día diré sin reproche
a ese fantoche que cruza miradas
pendiendo de hilos...
que el último sueño que tengo en la vida
es poder pasar invierno
sin recaída.

Y aquí vienen los melancólicos amantes,
que por lluvia y alcohol acaban ambos igual de 
viciosos, enfermos y degradantes
paseando su cuerpo por plazoletas. 

Curiosas vistas las de borracho,
tumbones y besos que no recuerdo,
confesiones de noche
que ignoré al cero.

'¿Quién diría?'
me dices ahora, con la misma botella
que te excusó al caer en mi cama,
con ese mareo, 
al cual tú medías.

Y espérame ahí,
bajo las letras de plata de la primer noche,
con esa humedad post lluvia
que deshacía oblicuos donde más esconde.

'¿Cómo lo diría?'
que tardé en aceptar cada tanda
al menos dos días
y media resaca.

El café de terraza me dijo
que al fin lo había hecho y no fue tan malo,
pero la tortura de horas pasando 
sin hacer referencias...

Esa me decía,
que era cobarde como yo sola,
que no era capaz de asumir la vida,
que yo te quería pero realmente no importa.
Que la noche era una y ya está,
'olvídalo ya, porque la vida no es corta'

Entonces pasó.
Como quién no quiere la cosa, 
ahí estaba yo.

En tu regazo yacía temblando,
tus brazos rodeándome
y mi piel versos dejaba ver.

¡Quién iba a creer!
que por una vez hice algo en regla, 
que no fue el destino, sino mi desorden
mi mente marchita que cansada otorga.

Y ésto que está bien
va por ese,
que cada noche 
abraza fuerte
como quien no quiere
ni un segundo perder.

Que hace lo que nadie es capaz, 
que me desborda de vida y no quiere aceptar
que el invierno es bonito gracias a él.

¡Quién quiera que aprenda a entender!
nunca me adaptaré a ser en cuadrícula,
alboroto de temas en el mismo tramo.

Aunque siempre acabo igual,
ya ni siquiera rimo o sigo métrica, el caso es acabar.
Acabar diciendo que quiero y voy a querer.

Al fin y al cabo,
eso es lo que 
me arrancas del pecho 
a querer hacer.

jueves, 10 de julio de 2014

Tousled.

Una vez me prometiste volver 
cada mañana 
a dedicarme 
la primera bocanada 
de aire al amanecer 
y te sigo esperando, 
11 años después, 
cada mañana,
al alba.

Befall.

«Temor a ser, estar, pensar y ver; 
 a creer, suponer, intuir y fracasar.»




¿Qué está pasando?

La vida, el tiempo, la fuerza, la paciencia... el sonar eterno del segundero de aquel reloj de sala de espera. Todo pasa. Pasa rápido sin que llegue a disfrutarlo. La vida es eso, lo que pasa para que te quejes de no haberlo visto, como esas sombras que acompañan a ruidos raros cuando estoy sola en casa. O el miedo.
'Pasar'. Como cuando no quiero escuchar más porque el error que defiendo y conmemoro mientras me reprochas que el fallo es y será mío es eso, justamente mío.
¿Qué es aquello que dejo pasar?
No vas a verlo nunca, no voy a verlo nunca. 
¿No resulta dura la idea de que todo lo que te pierdes de conocer, en esa milésima de segundo mientras miras tu puño en cólera, no vas a saberlo jamás? 
Nos aterra la idea de ser ignorantes y sin embargo ignoramos todo menos lo que tenemos a distancia media; ni siquiera somos capaces de ver a quien tenemos más cerca y me duele saber que desconocemos todo. A todos.
Lo único que siempre había querido era saber. Creí que me bastaría recordándolo todo... entonces ocurrió, quise olvidar quien era, quien fui, quien me creían ser y dónde estoy.
No sé quién soy. 
No recuerdo qué me gusta, qué hice, a quién quiero y qué quiero. Ni qué ser, ni cómo ser.
Soy quién cada uno me necesita por ser. Soy el resultado de plegarias que desconozco, composición de necesidades.
Llevo años intentando ser la respuesta de otros, con la fe de algún día encontrar quién sea la mía. O serla propiamente yo.
La respuesta. 
¿Qué pasa con la respuesta?
Pasar. No recuerdo respuesta a qué busco.
La conclusión pasa. Éso es. No pasa. 
No hay conclusión, ni moraleja, ni nada aprendido.
Sé tanto que realmente no sé nada. ¿Para qué aprender si no voy a aprenderme?
¿Para qué aprenderme si no voy a aprender?
No sé qué querer. Sé qué queréis que quiera, no sé qué quiero. 
¿Qué quiero? ¿Por qué nadie me ha aprendido a mí?

¿Qué he hecho?

Seriamente lo siento, me carcome el hecho de no saber cómo he llegado a esto, cómo empecé, cómo voy a acabar.

¿Qué me habéis hecho?¿Qué me he dejado hacer?

domingo, 8 de junio de 2014

S. & A.

Siempre acaba en lo mismo, siempre acaban dos con la tercera.
Juraría haberlo superado, propiamente hablando, de ello fue motivo la limpieza de entradas antiguas y cambio repentino de esto...

Ellas pueden sobre mi, nosotras podemos sobre ella. Mi vida se ha resumido en eso, problemas de reconocimiento de mi yo y mis yoes.

Lo expliqué hace algún tiempo y me ridiculiza el hecho de repetirme -dejando de lado que la evidencia ya no existe, sigo prefiriendo escribirme a mi y no a quien me lee en un futuro próximo a mi actual realidad. Es por miedo, como cada vez que acudo a ellas.-

El día que tenga control absoluto de las tres quizá pueda sentirme medianamente persona, mientras tanto, perdón a cada uno de los que hiero con pintas de egoísmo y egocentrismo.

viernes, 6 de junio de 2014

Libertad de deducción.

La suavidad de su presencia llenaba tanto tu vida que acabó por desarmarme.

Todo ocurría tan rápido... era la propia adrenalina quien nos manipulaba a carcajadas.
Y ahí estábamos, una vez más. Ritual antiguo de purificación de deidades (¿quién lo diría?).

Las gotas drenaban por nuestra pálida tez en las extremidades, el rojo tiñó entonces tu mente en ardor.
No pude contenerme; mis brazos apretándote con fuerza cuerpo a cuerpo bastaron para hacerte entender que, a pesar de todo, el miedo y el rencor era algo que había dejado de importarnos.

El sabor intenso que capaz fui de deleitar me llevó fuera de mí, a continuación te detuviste y sin intención de pedir permiso te tornaste enfermizo. Amabas aquello, pero no podías pretender esperar a tu turno -misterioso modo de descubrir tu terriblemente oculto egoísmo-.

Giraste mi torso duramente, te diste lugar de deleite también. Deseabas aquello hacía semanas, juraste.

Tu expresión facial habló por ti, mis impulsos te daban la vida.

Una mañana de febrero decidió un cambio de roles, una mañana de febrero decidió que perdernos en nosotros sería el mejor modo de encontrar un escape a la vida.

miércoles, 4 de junio de 2014

Scars.

Podías ver el dolor en sus ojos,
un mar de hirientes recuerdos rompiendo su corazón...

Todo la hundió,

todos los deseos se habían ido.

Él guardó su sangre en una botella de cristal,

él arregló su rota mente,
él la besó en días enteros de lágrimas secretas,
él la hizo -y continúa haciendo- sentir viva.

Ella se detuvo, fingiendo estar feliz;

ella se siente sinceramente bien ahora,
sólo por él...
sólo porque ella estaba absolutamente sumergida en su amor.

Ellos respiran el mismo aire,

sus almas brillan y duelen al mismo ritmo,
ellos sólo dejaron de estar solos.

Sus cicatrices son ahora la misma vieja tragedia.


Ellos son ahora los mismos amantes desesperanzados que vieron en aquella extraña película la primera vez.





Desde aquel día no volvió a ocurrir, desde aquella última vez no he sido capaz de llegar al nirvana de tal manera...
No logro entender aún qué ocurrió, ni cómo, simplemente fue hermosamente aterrador, tan ambiguo que me paraliza el pensamiento en este preciso instante de cara al papel.
Todo parecía tener sentido, motivo, fin. 

La vida era algo digno de aprender... justo entonces me arrastraste a volver en mí.

Confesiones.

Algunas noches los fantasmas me pueden y vuelven a mi de manera irreversible; otras me armo de valor que no tengo, les engullo de lleno y acabo con ellos.
Conmigo.
Acabo con todo dejando motivos nuevos de tormento a futuro.

Nos alimentamos el uno del otro.
Dependo de tu dolor externo, dependes de mi mente yéndose de sí.

Gracias por acabar conmigo.

Borrón y cuenta nueva.

→La frustración del que quiere y no puede,
el corazón amenazando,
la más muda demostración de desintegrarse.


Mi fiel compañera, 
de sangre y alma pactamos,
¿miéntoles?
Siempre fallarnos, 
única promesa que incapaces 
hallámosnos de romper...
«El juego es tan fácil como dar a desconocer un dato a un par de simples.»

Lost.

Pasan los días, pasan las semanas.
Pasa la vida y sigo en mi círculo, en mi burbuja paralela de ego en su máximo esplendor;
no tengo interés en superarme, en ser alguien, en llegar a una meta... así de libremente me tildan a día de hoy.

Me han clasificado como causa perdida 
-¿perdida? si realmente el problema es que yo me he encontrado mientras ellos se buscan en su sombra-.
Algún día entenderán que yo no giro contra el mundo, sino él que va junto al reloj...